Hoy te puedo contar que cuando me acuesto paso horas mirando al techo y las fotos que tengo en la pared que la cabeza me da mil vueltas y no consigo dormir.
Me sorprendo a mi misma escribiendo que me siento más sola que nunca aún estando rodeada de gente que me aprecia y me quiere. Pero no le tengo a él, él no tiene nombre, él no tiene físico, aún no, no ha llegado para sacarme de la cama en mitad de la noche y llevarme a mirar las estrellas.
Tengo para contarte que hay ocasiones en las que me encuentro pensando en ese él pasado, que hace un año borró de mis sentimientos el del amor y agrego el del miedo al mismo, que desde ese día me encuentro tumbada en la cama buscando en la pared...
Me asusto al ver que ha decidido perturbarme los días, mientras aparece en acción esa otra persona que en ocasiones creo imaginar con ojos de color mar; pero me detengo y me doy cuenta de que la cosecha de este año la vuelvo a sembrar yo sola porque quizás no deba buscar tan cerca lo que tanto deseo.
Te cuento que me encuentro persiguiendo el sueño que no alcanzo en las madrugadas...
Y yo mientras sigo sola, tumbada buscando en algún rincón de la habitación la respuesta a la pregunta que él nunca respondió.
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