Tengo la boca seca de llamarte en silencios rotos en cada paso que doy sin mirar hacia adelante con la mente puesta en el pasado de incertidumbre y de esperanza.
Pequeños, medianos y grandes sueños por cumplir...
Las manos empapadas en agua que ha caído esta tarde del techo que me cubría, intentando parar ese agua que empapaba de sentimientos.
Son las doce y debajo del agua que sale de mi ducha, dos grados más caliente que mi cuerpo intento creerme que me limpiará de ti...
¿Recuerdos? Guardados en la cajita debajo de mi cama que aún sigo abriendo cada noche al despertar de los sueños que me evocan al fracaso.
Y en mi mente solo una palabra que se oye con un eco ensordecedor: tú (...tú, tú, tú...)
Como le explico al corazón que no necesita razones de perdón que lo suyo es la medicina del olvido, del no puedo y quiero estar contigo, del te quiero y te odio en el olvido, del te echo de menos y no soy capaz de admitirlo. En mis sueños rotos y pegados con celofán no entran posibilidades de cambio metafórico de las palabras que teclean mis sentidos. Yo sola me metí aquí y contigo necesito salir...
Agujero negro que me absorbe de cabeza a pies sin distinción de amor y rabia, usando palabras encadenadas y flauta mágica con canciones apestosas que hablan de amor y suenan en mi corazón en repeat a la una, a las dos, a las tres...
Que me asusta pensar que al abrir bien los ojos están lloviendo estrellas y todas se recogen en mi bolsillo, robadas del cielo para que no me molesten al pensarte porque es contigo con quién las descubrí y no es egoísmo mi mayor virtud sino desesperación de pensar que si quizás me las guardo ya no tendrás a quién ensañárselas y volverás a mi lado a contarlas una a una mientras te miro a los ojos y te digo lo mucho que te quiero.
En estos días de lluvia y frío in[ver]fernal empiezo a escribir mi, tú, nuestra carta de despedida; la he compuesto de dolor y alegría, de fracaso y esperanza, de sueños rotos y aún por cumplir...
Lleva un trocito de mi corazón y una de esas mariposa moribundas que rondan por mi estómago, no puedo decirte cómo pero dos horas de viaje al centro de la tierra dan para mucho más...
Es mucho más que el miedo, es la impotencia de verte allí, de sentir que te apagas y no tener el remedio, de hundirme en la miseria y no querer salir, de llorarte a cada rato imaginando que con eso se arregla todo que despertaré mañana y todo lo que nos contaron hace un año, mamá, era mentira.
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2 comentarios:
Las cartas de despedida suelen ser tristes, es verdad. Las cartas de amor o de desamor también pueden serlo, pero detrás de cada palabra hay escondido un arco-iris... ése que sale después de cada tarde de lluvía. Y debajo de esos arco-iris estás tú y adem´s ... ya sabes para mi los arco iris boca arriba son sonrisas. Siempre. Tus sonrisas.
Mil millones de besos
Pilar
MAMÁ, la palabra mas hermosa, la mas verdades, quedate con eso, no con la mentira de hace un año.
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