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10 de enero de 2007

Querido Diario: El chico del vagón [Día 25]

Es casi de día y como un vagón con prisa pero sin pausa así me he despertado hoy y allí estabas de nuevo, tras la línea que marcan las hojas semiarrugadas de ese periódico sin leer. Con una sonrisa marcas la hora y se me ha hecho tarde de nuevo... Esos ojos que hacen pensar en lo absurdo de las relaciones atemporales entre algo más que dos miradas sin necesidad de palabras en las que explicar un porqué. Hoy, hoy te volvía ver, detrás de un escudo negro en el que he sentido el calor de tu cuerpo demasiado cerca del mío esta vez. Detrás de un andén desaparecen viajeros, sin sentido común nos volveremos a ver hoy tras el trajín de las vías y entre el ruido atronador, pero nadie dará cuenta de nosotros, de la relación extrañamente atemporal que dura lo mismo que un tren tarda en hora punta en recorrer cinco estaciones. El aire de la calle enfría el ambiente pero hoy en el vagón hace demasiado calor... Piensa que quizás no es demasiado tarde, puede que las manillas de ese reloj que marca tu vida se hayan propuesto adelantarse, puede que quisieran que tu y yo nos volviésemos a encontrar en el andén...y quizás me convertiré en princesa del metro y tu serás de nuevo la mirada intimidatoria, siendo reo sin voz, buscando algo más de esta que aquí se baja porque quizás no sea demasiado tarde. Te debo agradecer el dibujar mi sonrisa en cuatro minutos y mantenerla durante todo el día pensando en ese banco y tu mirada en el andén. Siempre nos quedará el adiós que se dan nuestras miradas al bajar del cielo al andén. Quién sabe, quizás mañana nos veamos de nuevo en cualquier tren.