Dicen que se aprende si se disfruta aprendiendo, si se siente la emoción del conocimiento, si se arriesga a perderse y a encontrarse, a sobreponerse a la derrota de uno mismo, al continuo caer y renacer del ave fénix.
Porque en lo nuestro, en lo mio, aprender a proyectar es aprender a vivir, a captar en nosotros, en mi, la belleza que nos rodea, proyectando lo de uno en lo que hace, exponiendo la parte de fuera que hay dentro, la vivida, la soñada y la deseada.
Mostrando la cara oculta de la luna, tú luna.
Porque nos hace falta buena dosis de esfuerzo y paciencia para encontrar lo más universal de nuestra individualidad, y coraje para mostrar la verguenza de nuestra fragilidad e inseguridad; pero queda el sueño destilado del poso de oro que lleva cada uno dentro, aquella intimidad que comunica con lo que hemos sido, somos y seremos todos.
Porque quien soy no es nada comparado con lo que fui o llegaré ser.
Hago un balance y sale positivo, todas las iusiones esperan agolpadas en el pecho revoloteando en el estómago con ansias de comerse el mundo.
No hay nada que merezca realmente la pena que no haya supuesto un riesgo. Y este año empieza mi nueva vida.